Por qué la socialdemocracia

10 January, 2024

En los momentos más oscuros de nuestra historia, cuando la esperanza parece desvanecerse y las sombras de la incertidumbre, el miedo, y el odio se ciernen sobre nuestro país, es vital buscar soluciones pragmáticas y comprometidas que conduzcan hacia un renacer. Aunque debemos mantenernos lejos de la idea de refundar al país otra vez, Ecuador enfrenta profundo desafíos económicos y sociales que podría encontrar en un partido político socialdemócrata la chispa necesaria para revitalizar su esencia y encaminarse hacia un futuro próspero que, a pesar del pesimismo de algunos y el desinterés de otros, todos nos merecemos.

La crisis en Ecuador, marcada por desigualdades económicas, tensiones sociales y desconfianza en las instituciones, que a su vez se ha traducido en su período más violento, requiere un enfoque que combine la sensibilidad social con la eficacia en la gestión gubernamental. Los principios fundamentales de la socialdemocracia, centrados en la justicia social, la equidad y el bienestar de la población, ofrecen un camino esperanzador en medio de la tormenta. Lo que ocurre en Ecuador no se solventará en el corto plazo, las medidas necesarias implican programas y procesos cuyos beneficios empezarían a sentirse varios meses o incluso años después de su aplicación. Sin embargo, la socialdemocracia ha demostrado generar condiciones que nutren a la nación y le permiten a la población contar con un entorno necesario para desarrollarse en paz hacia una prosperidad justa y equilibrada ¿Quién puede rechazar esa idea?

Un aspecto clave de la socialdemocracia es su compromiso con la redistribución equitativa de la riqueza. En un país donde la brecha entre ricos y pobres se ha ampliado, un partido socialdemócrata podría implementar políticas que graviten hacia una distribución más justa de los recursos, sin caer en el error de entregarle todo el control al aparato gubernamental o rechazar el principio mínimo de la propiedad privada. La priorización de programas sociales, la inversión en educación y salud, así como la creación de empleo, se convertirían en pilares esenciales para construir una sociedad más inclusiva. Ya viene siendo hora de que aquellos que se han beneficiado de las maravillas del territorio ecuatoriano y del trabajo duro de su gente participen de forma responsable en un proceso de consolidación de la nación, sin egoísmos y sin regionalismos mediocres.

Además, la socialdemocracia abraza la idea de un Estado de bienestar sólido. Ecuador, inmerso en dificultades económicas, podría beneficiarse de un sistema que garantice servicios básicos para todos, independientemente de su posición socioeconómica. Acceso universal a la salud, educación de calidad y una red de seguridad social robusta contribuirían a fortalecer los cimientos de la sociedad ecuatoriana. Debemos abrazar la idea de que el malestar actual es una consecuencia de vivir en una sociedad fraccionada, donde unos habitan entre lujos y privilegios y otros muchos gravitan en la supervivencia y la falta de oportunidad de crecimiento. El caos y violencia vigentes en la actualidad se han nutrido de un resentimiento de doble vía. Por un lado, unos que desprecian a los que tienen menos cultura, menos educación, y menos valores, frente a aquellos que resienten justamente no poder dejar de ser menos y anhelan ser más, pero sin oportunidades para ello.

Otro elemento crucial de la socialdemocracia es su compromiso con la participación ciudadana y la democracia representativa. En un país donde la confianza en las instituciones ha sido erosionada, la inclusión activa de la población en la toma de decisiones políticas podría restaurar la fe en el sistema. La transparencia, el diálogo constante y la rendición de cuentas serían piedras angulares de un gobierno socialdemócrata en Ecuador. Necesitamos, casi con urgencia, un sistema de partidos donde la política se haga una forma de vida diaria, para encontrar soluciones y se alcance una constante mejora del entorno de desarrollo. Requerimos modelos sin falsos mesías, sin cúpulas de poder que tomen decisiones en beneficio propio, sino que sean los ciudadanos, bien formados y comprometidos, aquellos que propongan y ejecuten las acciones necesarias para innovar en la política.

La llegada de un partido socialdemócrata podría infundir un sentido renovado de esperanza y unidad en la sociedad ecuatoriana. La promesa de un futuro más equitativo y próspero podría inspirar a las personas a superar las divisiones y trabajar juntas hacia un bien común. La socialdemocracia, con su enfoque humano y solidario, podría convertirse en la fuerza cohesionadora que el país necesita para superar sus desafíos. Ecuador es un país heterogéneo, diverso, con características muy propias y por ello necesitamos una opción política que acepte esta realidad como algo natural y positivo, y deje de perseguir las diferencias. Podemos lograrlo, pero necesitamos que más gente se una y asuma un compromiso por el futuro de nuestra nación y de las generaciones que nos siguen.


@B_Gortaire_M - Fundador del PSDE